No da lo mismo..
Cuando nos presentamos a delegados
con Cristián, nos preguntamos por qué queríamos postular a ese cargo. A un cargo tan
mirado en menos y considerado de cero relevancia. ¿Qué son los delegados? ¿Para qué
sirven? ¿Hacen algo? Lógico que uno tiende a pensar eso. Y no sólo en relación a esto:
muchas veces sucede con el Centro de Alumnos, con la Feuc, con los "delegados
bienales", con los Consejeros Ejecutivos (que, con todo respeto, todavía no sé
qué hacen), etc. Y, finalmente, se opta por el camino fácil de la indiferencia,
de dejar que algunos jueguen a su show, pero siempre con una sensación de impotencia de
seguir en lo mismo. Lamentablemente, nos quedamos en eso.
El móvil de nuestra opción fue que
estábamos convencidos que se pueden hacer las cosas bien, que se pueden hacer las cosas
con amor, con energía, de que no sólo es importante lo que uno hace sino cómo las hace.
En definitiva, de que los cambios empiezan desde uno y no hay que esperar que el resto
haga lo que nosotros podemos hacer. Por eso, en este caso, postulamos a delegados,
conscientes de que las personas le dan vida a los cargos y que si se habla de que los
delegados no sirven para mucho no es por un problema de la institución propiamente tal,
sino de las personas que lo representan. Partimos de la base de esa sensación de "DA
LO MISMO" y entendimos que los cambios hay que hacerlos "estando".
Este año tuvimos una de las
experiencias más potentes como curso: el Paseo del Ombligo. Un paseo que tenía como
promedio 100 personas, que nunca prendía mucho, que siempre se hacía en el mismo lugar y
que al momento de organizarlo se veía más como una obligación (que había que sacarse
el "cacho" lo antes posible) que una oportunidad para hacer algo distinto y
atractivo. Nuestro curso quizo derribar esos mitos y se planteó hacer bien las cosas. Y
todos fuimos testigos de las casi 180 personas que asistieron, del excelente lugar en el
que se hizo y de la tremenda pasión con la que se vivió cada momento.
Por eso, me molestó ver algunas
penosas asistencias a los Consejos de Delegados de este año. O sea, hubo algunos
Delegados que ni siquiera asumieron su obligación mínima, que no fueron siquiera capaces
de asistir a sólo 12 consejos que se realizaron en el año, a vista y paciencia de los
alumnos.
Entonces, así como exigimos que los
profesores y las autoridades estén a la altura de la Facultad, también tenemos que ser
fuertes para exigir que el Centro de Alumnos esté a la altura, que la Feuc esté a la
altura y, en este caso particular, que los delegados estén a la altura de nuestra
Escuela.
Tenemos que dejar de ser tan
conformistas. De pronto, nos estamos mal acostumbrando a que las cosas se hagan a media y
que nuestra querida Facultad siga descansando en un prestigio cada vez más nominal.
Jorge Sahd
Karmy
Delegado
III° Año 2002
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