Nombre: Gonzalo Smith
Ferrer
Fecha de Nacimiento:
3/1/1971
Colegio en que Estudié: Craighouse,
generación del 88 (de pre-kinder a 4° medio)
Hobbies:
Trotar, leer y escuchar música.
Profesores influyentes en mi vida: Don
Crescente Donoso, Don Orlando Álvarez, Don Antonio Giacona
Lo que más te agrada y lo que más detestas
a) Lo que más me
agrada: los desafíos. b) Lo que más
detesto: la mentira.
La mejor virtud; el
peor defecto
Mejor virtud:
prudencia. Peor defecto:
deshonestidad
Sueños realizados y Sueños que no pudiste realizar
a) Sueños realizados:
i) Haberme casado
con mi señora ii) Ser padre de mi
hija iii) Haber
estudiado en Harvard
b) Sueños que no pude conquistar (prefiero hablar de
aquellos que no conquisto aún, aunque sea por consuelo)
i) Ser cantante.
ii) Aprender a
tocar guitarra.
Propósitos en la vida:
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está en construcción. Por favor vuelva a visitarnos nuevamente
El Derecho Comercial chileno: ¿Esta muy lejos de ponerse al
día?
Más que ponerse al día, creo que lo que hace falta es cambiar el prisma de análisis
hacia una metodología movida por la intuición económica, en donde lo que prima son las
tensiones generadas por los incentivos subyacentes a cada operación, entendiendo la
economía como la psicología aplicada a la toma de decisiones sobre la administración de
recursos limitados. Me parece que en el mundo actual la legislación comercial
debiera girar en torno a la empresa y no al comerciante. Hay áreas que se han
modernizado, pero me parece que ello se debe, lamentablemente, más al esfuerzo de los
economistas que de los abogados. Si los abogados cambiamos la forma en que nos aproximamos
a los fenómenos regulatorios y atendemos a los incentivos que mueven la contratación y
la actividad económica, la actualización legislativa llegará tarde o temprano, pero
llegará. Sin ese cambio, lo máximo que podemos aspirar es a replicar experiencias y
legislación extranjeras, lo que a mi juicio incrementa las probabilidades de fracaso si
no va aparejado de investigación y análisis jurídico hechos a la medida de nuestra
realidad.
El sector público no se pone
de acuerdo con el privado, que trabajamos mucho y producimos poco, y que la cesantía
sigue en dos dígitos
¿Qué es lo que detiene el progreso de Chile? ¿Qué se puede
hacer?
Creo que los principales obstáculos son la falta de educación y la falta de
fe en nuestras capacidades.
La falta de educación es una gran obstáculo al desarrollo porque el mundo
está cambiando y el sistema educativo de nuestro país, especialmente el escolar
público, parece ser incapaz de preparar a todos quienes se educan en él para el
desarrollo, donde la capacidad de análisis y de creación y generación de valor en lo
que se hace toman precedencia por sobre la reiteración automática de habilidades
aprendidas. Siempre hay excepciones, pero creo que existen demasiadas personas que no
están preparadas para los tipos de trabajos que serán necesarios en el futuro, lo que
aumenta y profundiza la brecha entre los que tienen acceso a una buena educación y los
que no. Una persona que no genera valor es fácilmente reemplazable por una máquina, sin
que necesariamente pueda luego reinsertarse en otra ocupación. Una persona que analiza y
enriquece la realidad con el fruto de su análisis puede reinventarse en múltiples
actividades y reciclarse, y así hacerse inmune frente a los cambios e incluso crecer con
ellos.
Un segundo obstáculo es la falta de fe en nuestras capacidades. Creo que Chile está
pasando una depresión post-boom que tiene un fuerte componente anímico por sobre el
real.
¿En tu vida profesional como
abogado cual ha sido tu mejor impresión y tu peor desagrado con la realidad?
Mi mejor impresión es una sensación constante que se repite cada día de trabajo y que
consiste en que esta es una profesión entretenidísima y llena de desafíos. No me he
aburrido jamás y nunca he tenido la sensación de que trabajo para ganarme el pan. Eso es
un regalo de Dios enorme y no tiene nada de evidente. El estímulo intelectual es
constante.
Lo peor, que la
primera vez que fui a un Tribunal del Crimen a tramitar una causa, hace ya muchos años,
el actuario me pidiera plata para hacer algo que es su deber.
¿Cómo fue tu experiencia en
Harvard?
Simplemente espectacular. Es una gran universidad. El nivel de exigencia es muy alto y el
compromiso de los alumnos con su educación es total. Para uno resulta toda una novedad
que los alumnos sean los que hacen la clase y el profesor es una especie de guía o
moderador de debate que se encarga de reforzar puntos de análisis y llevar las
conclusiones a puerto. Todo ello, obviamente, porque los alumnos traen la clase preparada
de antemano mediante la lectura de los materiales que se les entregan. La verdad es que
viví un reencantamiento con el derecho (el primero, obviamente, lo viví en la PUC).
Si tuviera que mencionar algo menos apetecible, me inclino por la excesiva competitividad
entre los alumnos. La solidaridad estudiantil entre compañeros no es el fuerte del modelo
educativo que vi en Harvard.
No puedo dejar de mencionar que volver a ser universitario durante el primer año de
matrimonio es también un enorme regalo para la pareja. Además, mi señora y yo hicimos
muchos y muy buenos amigos con quienes nos mantenemos en contacto hasta hoy.
De acuerdo a tu experiencia:
¿Qué es más importante: la excelencia académica o la vida universitaria?
No puedo imaginarme la una sin la otra. No logro ver la dicotomía.
¿Cuáles son las cosas
valiosas que tiene para ofrecer nuestra facultad y cual hay que reforzar?
En relación a lo primero, una opción valórica y de fe en lo académico y profesional.
La Facultad tiene una responsabilidad para con Chile en incentivar entre sus alumnos los
valores de la religión Católica y las consecuencias que de ello se desprenden en lo
académico y profesional para el derecho. Yo entré a la PUC siendo ateo y en quinto año
hice mi primera comunión. Para mí, la PUC fue el alma mater de dos profesiones, una
intelectual y otra de fe. No puedo mencionar este aspecto sin aprovechar la oportunidad
para hacer público mi enorme gratitud hacia don Crescente Donoso, en quien encontré un
testimonio de fe viva, y asimismo mi agradecimiento hacia don Antonio Giacona, a través
de quien Cristo me invitó personalmente a ser miembro de la Iglesia.
En cuanto a lo segundo (lo que hay que reforzar), dos cosas.
La primera es la necesidad de reforzar y aumentar la calidad y cantidad de investigación,
para lo cual es fundamental que los departamentos funcionen efectivamente y que exista un
número importante de profesores a tiempo completo (no quiero desmerecer los enormes
esfuerzos de quienes sí hacen investigación y que merecen todo mi respeto y
admiración).
La segunda dice relación con el sistema de evaluaciones. Creo que es fundamental
reformarlo. Acataré respetuoso las instrucciones de la Facultad y las decisiones de la
autoridad al respecto, pero creo que las pruebas y exámenes escritos no anónimos y los
exámenes orales lesionan una obligación de imparcialidad y justicia para con los
alumnos. Me parece básico que un profesor no sepa a quién le está corrigiendo una
prueba escrita o poniendo una determinada nota, y creo asimismo que es imposible asegurar
que en un examen oral, el grado de profundidad e imparcialidad con que se reviewúa a los
alumnos es para todos idéntico. Además, en los exámenes orales se hace imposible la
recorrección, que debiera ser un derecho para todo alumno. Si lo que queremos es preparar
en la oratoria, entonces debiéramos tener talleres sobre la materia y sobre otras cosas
conexas como negociación, expresión oral y corporal, persuasión, etc., pero no podemos
filtrar todos los conocimientos de los alumnos por el cedazo de una habilidad para la cual
la Facultad no los prepara pedagógica sino traumáticamente.
En cuanto a que la facultad
ha estado "dormida" durante este último tiempo: ¿A qué se lo atribuirías?
¿Ha cambiado mucho la facultad desde que saliste? ¿Qué necesitamos para
"despertar"?
Creo que no sería responsable de mi parte pronunciarme sobre este punto. Apenas hace unos
meses he vuelto activamente a la Facultad.
¿Cuáles son tus objetivos y metas a obtener con el curso?
Estimular a los alumnos a pensar, analizar y criticar el derecho y a sorprenderse con él.
El aprendizaje de requisitos y clasificaciones me parece un bien menor y subordinado
frente a la comprensión de los fenómenos que están detrás de la norma y la formación
y adquisición de las herramientas necesarias para hacer un aporte creativo y orientado a
la solución de problemas.
Para describirlo más gráficamente, espero que la dificultad que enfrenten los alumnos
del curso no esté en contar con el tiempo suficiente para estudiarse toda la
materia, sino en que se enfrenten a ella, se sientan intelectualmente desafiados (o a
veces simplemente no la entiendan), sigan estudiando, pregunten, investiguen
y luego
digan eureka, ahora sí entiendo.